Allí, entre toda esa gente que corre desenfrenada yéndose o viniendo de comer, entrando a trabajar o saliendo de comprar cualquier cosa, la chica de los helados, que ve y atiende con la mejor de sus sonrisas a todos aquellos que pasan y deciden darse el capricho de turno, ve al chico. "¿Qué tal los exámenes?", pregunta ella. La conversación dura apenas un minuto.
El chico se va. Y entonces descubre que ha vivido una historia de ciencia ficción que merece ser contada.

Y es que a veces, hasta en el mismo monumento viviente al Capitalismo, las relaciones personales son capaces de hacerle una llave de judo a la puta posmodernindad. Y todo con una marca y una música machacona de fondo.
Bueno, es que debajo de la gran sábana del fantasma del capitalismo que todo lo envuelve estan las personitas como nosotros, sin ir más lejos...
ResponderEliminarSaludos,
Gemma