29 de agosto de 2007

Por fin se va.

Rosa Díez, otrora una de las dirigentes más brillantes del socialismo vasco, cara amable del gobierno de coalición que en tiempos gobernó Euskadi, ha decidido (por fin), salir del PSOE para integrarse en el partido que va a fundar Savater. Y yo me alegro mucho por diferentes motivos.

En primer lugar, me alegro porque, por fin, esta señora deja de pertenecer al partido con el que se mostraba tan en desacuerdo públicamente, faltando gravemente al respeto a multitud de compañeros y compañeras que no pensaban como ella, y que, en muchos casos, habían sido elegidos democráticamente por procesos internos, faltando a la lealtad propia que cabe esperarse de alguien que milita libremente en un partido, y que, además, y por sin fuera poco, lleva media vida cobrando de él. Algunos, como Ibarra, se acordaron de recordárselo, con un impecable ejercicio de respeto al partido, respeto a Rosa y a todos los que puediesen leerlo, pervirtiendo nombre y mensaje.

En segundo lugar, me alegro porque esta señora se ha dedicado en los últimos tiempos (en mucha menor medida que su amiga Gotzone, claro) a coincidir más con el PP que con su propio partido, y a mezclarse y dejarse ver sin ningún tipo de escrúpulo en actos en donde se criticaba duramente al PSOE, su partido, al que decía sentirse tan vinculada, dando así carnaza a la derecha más radicalizada y a los medios más parciales de nuestro país, confundiendo a muchas personas que, en busca de información, quizá no entendían como una señora EURODIPUTADA del PSOE y ex-candidata a la Secretaría General del partido podía adscribirse a ese tipo de cuestiones.

En tercer lugar, me alegro porque una persona que escribe esto de compañeros como Jordi Sevilla, Trinidad Jiménez, José Bono, Juan Fernando López Aguilar o del propio Zapatero(figuras más relevantes para el socialismo español y para diversas autonomías que ella) es indigna de continuar ostentando cargos públicos de relevancia, y quizá, revisando los estatutos del partido, de seguir militando.

Me alegro mucho por todos, especialmente por todos nosotros, pero también por el artículo 6 de nuestra Constitución.

1 comentario:

Juan Antonio Doncel Luengo dijo...

Entiendo tu comentario como el sano ejercicio de la discrepancia, lo mismo que ha hecho Rosa, a quien no se le puede achacar no haberse entregado al partido, dicho desde fuera del mismo. Tal vez por eso estoy fuera, fíjate, para evitarme estos asuntos, que no digo que no tengas razón, sino que son muy desanimadores.