28 de agosto de 2008

Megalómano


No suelo hablar de José María Aznar. Forma parte de una etapa de la democracia española que prefiero recordar por otros motivos, y no por su alucinante y desmedido ego. Tuvo cosas positivas, como abandonar la política en la cresta de la ola (sabiendo que después iba a embolsarse la millonada de que dispone ahora) o demostrar, a las claras, que de centro tenía poco.

Pero lo de la noticia que he leído hoy me supera: Él se regocija de, en las Azores, haber situado a España en su "momento histórico más importante de los últimos doscientos años". Y yo a eso lo llamo megalomanía, en el sentido literal del término que aporta el diccionario de la Real Academia, una sospecha que tenía desde otras antiguas declaraciones del susodicho, que se confirma hoy.

Como historiador en proyecto, especialista además en Historia Contemporánea, se me ocurren varias cosas mucho más importantes que le han sucedido a España en los últimos 200 años:

La Constitución de 1812, el trienio liberal,La supresión de la Inquisición en 1833, cualquiera de las guerras civiles carlistas del XIX, La pérdida de las colonias americanas, La Revolución Gloriosa de 1868, la Restauración Borbónica de 1875, la proclamación de la II República, La Guerra Civil Española, el desarrollismo franquista, la democracia a partir de 1978 o el ingreso de España en la Comunidad Europea de 1986. No, desde luego, una foto en las Azores con dos de los líderes más impopulares de la historia de sus respectivos países.

¿Cómo puede comparar nadie la entrada en vigor de la tercera Constitución del mundo, que supuso la introducción de los principios de separación de poderes o soberanía nacional en la cultura política española? ¿O el trágico estallido de una contienda civil en 1936 que conllevó un millón de muertes, muchos desplazados y la instauración de una dictadura militar de casi 40 años? ¿Cómo puede un ex-presidente de Castilla y León y ex- presidente del Gobierno obviar la pertenencia a una organización supranacional que le ha permitido con sus fondos, entre otras muchas cosas, materializar muchos proyectos a todos los niveles administrativos?

Megalómano, y, además, inculto. ¿Qué diría la derecha mediática si González dijera, por ejemplo, que la instauración de la educación universal o de las pensiones no contributivas son el mayor ejercicio de justicia de los últimos 100 años en España?

25 de agosto de 2008

Sí, Soraya: Rajoy se la juega.

Hace ya más de año y pico, Gallardón dijo algo así como "Zapatero se involucra personalmente y asume la responsabilidad del resultado en Madrid" tras designar a Sebastián como candidato a la alcaldía de la capital. Muchos comentaristas de prensa local de diferentes puntos de la geografía nacional hablaban de la responsabilidad de Rajoy o Zapatero en la designación de sus candidatos locales. Tras saber el resultado de las elecciones, y ganarlas en el cómputo global de votos el PP, se dijo, inevitablemente, que la culpa era de Zapatero y que la victoria se debía, entre otras muchas cosas, al aire de cambio que levantaba el candidato del Partido Popular, que se extendería a Marzo de 2008.

Es inevitable, en los comicios locales y autonómicos, que la dimensión política nacional juegue un papel fuerte, salvo que los candidatos en liza y la circunscripción donde se presenten sean muy autónomos y carismáticos. La mejor prueba es comprobar la situación política de 1995, cuando muchísimas grandes ciudades y CCAA fueron ganadas por el PP, dada la mala situación nacional para el PSOE. Al socaire de los resultados se precibió, claramente, que el PSOE iba a pasarlo muy mal, salvo que ocurriera un milagro o Felipe se lo trabajase mucho. Ni tanto ni tan calvo: Al final se habló de dulce derrota. Sólo políticos muy carismáticos dentro del PSOE y conocidos por su "independencia" dentro del PSOE sobrevivieron: Hablo de Ibarra, Bono, Chaves, Vázquez, Maragall (alcalde de Barcelona), Pedro Castro o Álvarez Areces (como alcalde de Gijón).

Hoy sale Soraya Sáenz de Santamaría (SSS, como la llaman por ahí) diciendo que no, que eso no es así. Que Rajoy no se presenta a las autonómicas gallegas, vascas ni a las europeas. No, claro que no se presenta, pero su imagen, la de Esperanza, la de Gallardón y otras relevantes juegan un papel importantísimo siempre, en toda contienda electoral. Y, desde luego, el hecho de que el PP se esté apresurando a sacar a Rajoy de los posibles resultados de las elecciones dice mucho de lo que tal partido piensa va a ocurrir.

Y claro que Rajoy, en tanto presidente del PP y reponedor de candidatos en Galicia y País Vasco, artífice directo de sus elecciones como presidentes del PP regional respectivos y futuribles candidatos, tendrá responsabilidad. Porque, por mucho que hagan ambos, el clima de las últimas elecciones no les favorece, buena parte gracias al ambiente enrarecido nacional.

En las últimas elecciones municipales, el PSOE consiguió gobernar en 2 de las tres capitales vascas, ganando Vitoria al PP. Y en el caso gallego, la fórmula PSOE-BNG que gobierna la CA se exportó a los siete municipios más grandes y a dos Diputaciones Provinciales, en detrimento de un PP que, después, en las elecciones nacionales, perdió una buena cantidad de votos, más de los que ganó el PSOE. Datos para no olvidar, porque los diferentes comportamientos electorales no son leyes, pero sí indicios.

Veamos la evolución del voto en las municipales de 1999, 2003, y 2007 en Galicia, total y provincias.

Como vemos, una subida generalizada del PSG-PSOE desde 1999 a 2007 (especialmente en las provincias donde más lejos se hallaba del PP), una caída leve pero continua del PP en todos los territorios, y un crecimiento del BNG que se ha visto algo reducido en 2007 como consecuencia de la caída en Pontevedra. De 20 puntos de diferencia entre PSOE y PP a 10, confirmado en las generales.

Más o menos lo mismo podríamos decir de las del País Vasco, con salvedades: El PNV está en decadencia pero el PP y el PSOE se retroalimentan, tendencia que puede perjudicar, en estas elecciones que vienen, al PP.

Lo de las europeas es otro cantar, porque ya sabemos cómo las siente la ciudadanía: Poco o nada.

Datos electorales: Ministerio del Interior.

24 de agosto de 2008

Desidia municipal e intereses creados.


Lo del Ayuntamiento de Badajoz daría risa si no me diese pena mi ciudad. El voto popular, escaso pero profundamente legítimo, revalidó en sus puestos a todos los grupos políticos de la vida local de la ciudad, por diversas cuestiones. No es cuestión de buscar culpables, hacedores ni motivos, ya que éso habría de conllevar un fuerte análisis, especialmente en los partidos que ejercen la oposición en la corporación municipal. Sólo quiero apuntar una serie de "fotos fijas" que expresan muy bien la situación de una ciudad que, más que por el impulso de sus gobernantes, se mantiene en base a inercias e iniciativas privadas.

Después de más de dos años impidiendo a los jóvenes disfrutar de una Factoría Joven como las que están en proyecto y/o tienen otros municipios de Extremadura, que necesita de una cesión del Ayuntamiento (PP, como sabemos) a la Junta de Extremadura, alegando egoísmo y falta de atención de la Junta, ahora resulta que lo que hay es "descoordinación" entre concejalías. Meses crispando y negando a la ciudadanía el pan y la sal, atacando a la Junta, para que al final lo que ocurra sea que no cumple bien con los principios que el ordenamiento jurídico le otorga en tanto administración más cercana al ciudadano. Mis compañeros Ferreira e Ismael Albano ya lo pedían, ya lo decían: La concejala lo que hace no es gestión, sino demagogia.

Por si fuera poco, el Ayuntamiento reconoce, por fin, que Badajoz sufre un problema "estructural" de limpieza. Dicen que el primer paso para solventar un problema es reconocerlo. Pero en este caso, y conociendo a los que deben llevar a cabo la diagnosis, mucho me temo que no va a ser así, ya que más de 13 años de gobierno municipal dan para conocer suficientemente bien un problema que, en Badajoz, no es nuevo. Así lo demuestran multitud de mociones presentadas por la oposición desde el año 1995, muchas noticias en prensa y un simple paseo por el Casco Antiguo, cualquier barrio o cualquier poblado de la ciudad. Colectivos nada sospechosos de connivencia con la oposición municipal así lo ven también. Badajoz, en este campo al menos, da asco.

Por otro lado, podemos hablar de otro problema estructural como consecuencia de la falta de atención y medios materiales: El estado de la Policía Local es deficiente, y ello conlleva una inseguridad que, en una ciudad medianamente segura, puede desembocar en un empeoramiento general de la situación de buenas partes de la ciudad. No lo dice UGT, no lo dice el PSOE, no lo dice CCOO: Lo dicen los delegados sindicales de todo signo y color, desde los independientes hasta CSI-CSIF. Sin embargo, parece que la situación da la vuelta cuando es el Teniente de Alcalde el que tiene problemas con la seguridad ciudadana: Policías empleados para salvaguardar el bienestar de más de 20.000 pacenses se utilizan para encontrar una moto. Ese es el problema de prometer bajadas de impuestos y mantenerlos bajos por electoralismo: Luego no hay dinero para hacer lo que hay que hacer.

En suma, una concatenación de descoordinación, apatía y desidia como consecuencia de muchos factores. Una pista a seguir (y no cuento cargos orgánicos):

-La Concejala de Juventud y Deporte, María José Solana, es diputada en el Congreso y Secretaria Segunda de la Comisión de Presupuestos de dicha Cámara, además de Vocal en otras tres comisiones permanentes legislativas.

-El 1er Teniente de Alcalde, portavoz del gobierno municipal y Delegado de Infraestructuras, Policía Local, Modernización, Tráfico y Transportes, José Antonio Monago Terraza(en la foto, a la derecha), es diputado autonómico en la Asamblea de Extremadura, miembro de hasta 4 comisiones permanentes y no permanentes en total, portavoz suplente y, por si fuera poco, Senador por designación autonómica.

-El mismo alcalde(ese carnavalero de arriba), después de haberse tirado unas cuantas legislaturas en el Senado, ahora simultanea su cargo con el de diputado en la Asamblea de Extremadura.

-El concejal delegado de Inspección de aguas, Consumo,mercados y Matadero Municipal, Alberto Astorga, es miembro del Consejo de Administración de Caja Badajoz, y vocal de su comité de auditoría.

-María Rosario Gómez de la Peña, Octava Teniente de Alcalde y delegada de Servicios Sociales, Mujer, Mayores y Vivienda, es miembro de la Asamblea General de Caja Extremadura.

-Hasta otros dos concejales, entre ellos el Tercer Teniente de Alcalde y delegado de Economía y Hacienda y Bomberos, Fco. Javier Fragoso, ocupan sendos escaños en la Diputación Provincial de Badajoz.

En 1898, Émile Zola se implicó, tirando de lo que mejor sabía hacer, acusando a la República Francesa de xenofobia, maledicencia y antisemitismo contra un capitán condenado por una supesta Alta Traición en su alegato público "J'accuse". Desde este humilde contubernio, YO ACUSO al gobierno local de Badajoz:

-De estar más procupado y ocupado en otros cargos políticos mejor remunerados económica, personal o políticamente y menos trabajosos que en servir a la ciudad que han de gestionar.

-De mirar con desidia los problemas de la ciudad, al olvidar áreas fundamentales para el correcto desarrollo de la misma y darlas a personas que ostentan, a veces por triplicado, cargos públicos en otros niveles administrativos.

-De pisotear a la oposición cuando ésta intenta hacer su trabajo.

-De estar más interesados en la lucha política que vive el PP de Extremadura que en gestionar cuestiones tan delicadas como la limpieza o la seguridad ciudadana.

-De incumplir reiteradamente el ordenamiento jurídico administrativo al no ofrecer unos servicios de forma eficaz y eficiente en las materias que les atribuye el Capítulo III del Título II de la Ley 7/1985, de 2 de Abril, de Bases de Régimen Local, en su versión consolidada.

16 de agosto de 2008

No sólo música II.

Siempre recordaré la primera vez que escuché una obra policoral. Fue el motete a doble coro Super Flumina Babylonis , de Tomás Luís de Victoria. La cantaba el coro al que luego, un par de años más tarde pertenecí.

Mi sensación fue muy interesante: Yo ya había cantado en otros coros polifónicos, pero jamás había escuchado en vivo una sonoridad de ese calibre. Descubrí que un coro de 20 personas era capaz de desplegar una sonoridad cualitativamente mayor que mi coro, que tenía aproximadamente unas 45 personas. No se debía al número de cantores, ni al grado de control de sus intrumentos vocales. Se debía a un tipo de composición, muy utilizado desde el Renacimiento en adelante, que consistía en la acumulación de sonidos para impresionar al auditorio. En lugar de un coro de 45 personas cantando simultáneamente un máximo de 4 notas (una por cada una de las tradicionales cuerdas), se trata de un grupo de cantores cantando hasta un máximo de 8, 10 ó 12 notas simultáneamente, creando un efecto armónico sencillamente impresionante, mucho más efectivo (en términos cualitativos, repito) que una obra coral a 4.

Pero no todos los coros pueden cantar a 8 voces, o a 10. Porque entre los cantores hay mucha inseguridad, porque el director no se siente capaz de comandar una obra de esas dimensiones, o porque la mentalidad del cantor es tan conservadora que prefiere no exponerse a las novedades que ofrece esta modalidad de cantar, ya que se encuentra más solo que en la otra modalidad, y corre el riesgo de verse superada por las demás voces. Se renuncia, por tanto, a lo mejor por lo cómodo, por lo existente. Se coartan las posibilidades globales del coro por el bienestar individual de los cantores. Se pierden, por tanto, muchos armónicos, muchas capacidades, muchos aportes.

Podemos seguir cantando eternamente a cuatro voces una infinidad de motetes bellísimos, pero jamás lograremos causar la misma impresión en el auditorio que si fuésemos un paso más allá. Porque la acumulación de sonido siempre será mejor que la simplicidad, aunque sea más arriesgado. Como en política, claro: Si en la vida partidaria no se tienen en cuenta las opiniones, las sensibilidades y la pluralidad, difícilmente se impresionará al auditorio, y el concierto será... mediocre.

13 de agosto de 2008

El liberalismo fiscal del gobierno socialista



Siempre he tenido una visión muy ortodoxa de lo público: Creo que los impuestos son una de las pocas realidades materiales que dan cohesión a un Estado, tenga la forma que tenga. Y, por supuesto, son fundamentales para el correcto mantenimiento de nuestro Welfare State, de ese Estado del Bienestar que tanto ha costado conseguir y que, junto con el sistema democrático, tan frágil es de mantener. Es evidente que para que los impuestos (que no son más que un sistema antiquísimo para generar situaciones tan distintas como aprovecharse del pueblo, mantener la paz social o hace madurar una sociedad) cumplan el ideal de justicia que conlleva toda intromisión del Estado en la vida de los ciudadanos, ha de estar basado en, desde mi punto de vista, dos principios y un límite al poder tributario del Estado: Generalidad, Capacidad Económica y No confiscación. En nuestro ordenamiento, todos son principios constitucionales.

Traducido al román paladino, un sistema impositivo será justo y adecuado para un correcto desarrollo de la sociedad que los paga si todo el mundo paga (salvo pocas excepciones, y sólo en figuras concretas) con arreglo al dinero y patrimonio de que dispone (más tienes, más pagas), y con el único límite de que lo que se tiene que pagar no sea tan asfixiante que impida vivir con más o menos holgura. Todos son principios más o menos relativos y difíciles de medir, de ahí que, como tantos otros principios constitucionales, puedan ser interpretados de formas tan diferentes por un gobierno conservador, liberal, socialdemócrata o comunista.

¿Cómo han de medirse estos principios desde la óptica socialdemócrata? Generando una serie de impuestos de carácter progresivo, que hagan que la capacidad económica sea directamente expresada a la hora de liquidar la figura impositiva correspondiente, y evitando un número elevado de figuras tributarias que acaten el principio de generalidad tributaria pero no respeten el principio de capacidad económica, generando desigualdades y situaciones poco proporcionales. Es decir, clarificando impuestos directos y progresivos (como el IRPF) y no propasándose en impuestos sobre el consumo (IVA, por ejemplo).

Esta es, muy resumidamente, la teoría impositiva socialdemócrata, que ha de combinarse con una eficaz gestión de los recursos para mantener un estado del bienestar de buen nivel y una idea redistribuidora que contribuya a la cohesión del país (obras públicas conectando el territorio, una sanidad y una educación públicas de un nivel más o menos homogéneo en todo el territorio, prestaciones sociales que permitan que, en momentos de dificultad para los trabajadores, el mecanismo social del "mercado intervenido" funcione, etc). La realidad es muy diferente, ya que el próximo Consejo de Ministros va a eliminar del ordenamiento el Impuesto sobre Patrimonio, con la excusa de que éste es pagado, en buena medida, por las clases medias. Una gran falacia, sin duda.

Algo menos de un millón de contribuyentes han de pagar este impuesto, lo que, sobre el total de la población española supone, aproximadamente, un 2'5%. Las clases medias suponen, en nuestro país, un 43% del total. Matemáticamente, no casa. Pero si además, miramos cual es la base imponible del mismo, nos encontramos con que hace falta tener más de 108.000 euros ahorrados y que no se vean gravados por el IRPF. Casi nada. Algo, desde luego, nada usual en las familias de clase media de nuestro país.

Observando lo recaudado por el impuesto, podemos ver que no supone demasiado sobre el total del producto que engrosa las arcas del Estado (en su vertiente autonómica). Pero forma parte de la justicia redistributiva que aquellos que, pagando o no IRPF, tengan un elevado patrimonio, aporten por ello en cumplimiento del artículo 33 de la CE, que subordina la propiedad a la función social de la misma. Y sobretodo, porque, si no va a haber recorte de gasto social, los ingresos deberán mantenerse, por lo que TODOS habremos de pagar más por algún sitio salvo que se apliquen nuevas medidas de ahorro.

Y ahora, en momentos de crisis en los que las personas de elevado patrimonio son los que menos problemas tienen, se nos vende esta medida falsa y antisocial como una de las panaceas para la crisis. De alucine, sí señor. De Esperanza me lo espero y lo comprendo. De Zapatero, ni me lo esperaba ni mucho menos lo entiendo. Porque la devolución de los 400 euro vía IRPF o lo de los 2.500 euros por bebé, si bien no era progresivo, al menos beneficiaba a todo el mundo. Pero esta medida sólo beneficia a las grandes fortunas del país.

PD: Lo peor de todo es que eliminar un impuesto sale, a la larga, carísimo, ya que es prácticamente imposible de volver a colocar en el ordenamiento, dadas las consecuencias políticas que conllevaría:Un furibundo ataque de la oposición (sea la que sea) y una salida del gobierno.