15 de abril de 2007

Queremos tanto a Miguel...

Hay cosas que nunca pasarán de moda: Las comedias románticas en el cine en la sesión golfa, el Halleluya del Mesías de Haëndel, las oposiciones a auxiliar administrativo, los góticos, los helados de vainilla, el Corte Inglés, los anuncios de Freixenet, Ramón García o los programas de remiendos que nos permiten ver los "mejores" momentos de cada canal de televisión sin necesidad de mover una sola mano sobre el mando a distancia. Otra cuestión de esas que no pasan de moda es la característica básica de buena parte de los políticos "municipalistas"(palabra baúl como de generaciones lejanas a la mía: Aferrarse al cargo hasta, si es posible, morir con las botas puestas, para que no se diga.

Miguel nos ha advertido de que está dispuesto a aguantar hasta 12 años más, "si Dios quiere". Da igual que su salud no aguante lo mismo que antes, da igual que su equipo de gobierno se resquebraje, da igual que haya superado la edad de jubilación, da igual si lo quieren los electores. Los mismo que critican que Ibarra haya estado 24 años (siendo Juan Carlos 10 años más joven que Saponi y Celdrán) están dispuestos a perpetuarse sin importar nada más que las querencias de Dios. El relevo generacional es claro: Ninguno.

Y es que queremos tanto a Miguel... Por sus comentarios graciosetes, por su impecable actitud en los plenos, por su asidua y edificante asistencia al Senado (ah, no, que ya ha dimitido), por sus casualidades vitales, por su negativa a representar a la ciudad en según qué inauguraciones...

¿Qué haremos cuándo no esté?

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