22 de noviembre de 2007

La engañifa fiscal de Rajoy.

Que quede una cosa clara: Desde el punto de vista político, lo que pretende Rajoy con su propuesta fiscal es sencillo: Engañar o desmontar el Estado del Bienestar.

Creo que en este caso es mucho mejor para todos los españoles que Rajoy se dedique a engañarnos o a intentarlo. Y creo, además, que eso es lo que hace, porque su idea es, además de insultantemente populista, es incoherente con el modo de vida popular. El Estado del bienestar actual requiere de unos ingresos recaudados de forma igualitaria y proporcional, es decir, un sistema fiscal en el que TODOS pagan pero con arreglo a lo que ganan. Ese es el sistema ideado para sufragar todos los gastos en materia social, infraestructural y funcional de nuestro estado. Pero, normalmente, y como se pudo comprobar en los ocho años de Aznar, las propuestas del PP tienden a reducir los impuestos directos (aquellos que pagamos a Hacienda o a cualquier administración tributaria de forma obvia y obligada) y a aumentar los indirectos (aquellos que pagamos al consumir cualquier producto), para así levantar la falacia de que los impuestos bajan, se reactiva el sistema económico y la gente llega mejor a fin de mes. Al final, el sistema tiene que financiarse si se quiere mantener, y esa es la vía del PP, tan legítima como cualquiera pero igualmente populista.

Pero esta nueva reforma que plantea rompe con la idea misma del Estado del Bienestar en que todos las personas con capacidad fiscal y con capacidad para consumir contibuyen con el mantenimiento de los servicios públicos y de los mínimos comunes que garantizan la igualdad de los ciudadanos. Rompe con la idea porque el IRPF desaparece para un cierto sector de la sociedad que, aun ganando dinero, el PP considera electoralmente que no deben pagar. Electoralista, desde luego, y poco recomendable para un estado con cotas de bienestar como el nuestro.

Extremadura sería, al contrario que lo que dice el PP, una de las más perjudicadas con tal reforma fiscal porque, aunque muchos extremeños dejasen de pagar el IRPF, Extremadura no recibiría la misma cantidad de recursos financieros como consecuencia de la cesión de este impuesto, porque lo que la res publica resultará debilitada y los servicios sociales caerán en calidad e incluso cantidad... Por lo que quizá no se pague IRPF, pero, como bien dicen por ahí, se tengan que pagar Sanidad, pagarán más por ciertos servicios públicos como el transporte urbano y quizá veamos a nuestro alrededor como las nuevas autovías son de peaje. Ah! Y, por supuesto, más por tabaco, gasolina, alcohol, ropa, etc...

Ser realmente favorables a la bajada de impuestos directos de forma real es desmontar nuestro estado del bienestar, algo que, bajo mi condición de socialdemócrata, es imposible e inaceptable. Pero sé que no lo harán, puesto que, a pesar de todo, la mayoría de la cúpula del PP vive, directa o indirectamente, del Estado. Ser coherentes con esa idea sería que fuesen profesionales liberales, como mi madre (socialdemócrata también).

Espero que esta reforma no cale y la gente entienda la trampa. Yo creo que es gravísima para nuestra salud como electores.

Guillermo acierta

Hoy he tenido la oportunidad de sorprenderme, por primera vez, con una noticia relacionada con el repasado y llamado "Estado de las Autonomías": Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, se ha ofrecido voluntario para capitanear la creación de una comisión en que los ejecutivos autonómicos puedan reunirse sin la intervención del gobierno central.

La verdad es que la iniciativa es sorprendente, ya que, normalmente, al hablar de autonomías, de esa cuestión descentralizadora y territorial de nuestro Estado (para algunos federal en la práctica y para otros unitariamente descentralizado hasta las últimas consecuencias), siempre suele ser para pedir más y más competencias, avanzando en una senda de adelgazamiento del poder central que no sería negativa si no existiese la concepción actual, en la que parece que las autonomías no son estado. Estamos muy acostumbrados a que el proceso autonómico, después de las idas y venidas, de los giros que ha dado en todos estos años de democracia constitucional, sólo es recibir competencias, dinero y medios personales, pero nunca dar, construir y hacer estado.

Debemos partir de la base de que las autonomías, tal y como afirma el art. 137 de la Constitución, son Estado. Y además, son parte fundamental del mismo, porque tienen en sus manos la verdadera capacidad de cohesión del territorio, entendiendo que la unión voluntaria y dispositva de 17 (más las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla, claro) es mucho más fuerte, por lógica, que la no existente unión de uno consigo mismo. Así, tanto porque lo dice la Norma madre de nuestro ordenamiento como porque lo afirma la lógica y el sentido común, la armonía del estado pasa por el filtro de la armonía de las propias comunidades autónomas.

Y hemos aquí el problema: Sólo hemos considerado que la dimensión vertical del Estado era regulable y organizable en pro del bienestar del conjunto, o lo que es lo mismo: Las reuniones bilaterales entre poder central y uno o varios territorios autonómicos (por lo que antes explique no voy a caer en la dicotomía Estado/ Autonomías) aportan estabilidad. Sí, las conferencias verticales entre poder central y poderes autonómicos sirve. Pero en un sistema de distribución competencial en el que hay vida más allá de competencias exclusivas del Estado (como explica el 149) y competencias concurrentes, hemos olvidado dotar al sistema, dentro de ese esquema vertical, de mecanismos horizontales, que regulen reuniones y comisiones a través de las cuales las comunidades autónomas puedan relacionarse, poner puntos en común y acordar multitud de cuestiones sin intervención del Gobierno central. Porque las competencias asumidas por las CCAA con titularidad y gestión son ya varias.

Muchas vías se atisban en el futuro para dar respuesta a esta posible solución. La más conocida, manida y nunca practicada es la reforma del Senado, para que realmente se convierta en una cámara de representación territorial (art. 69.1) y deje de ser un Congreso descafeinado para políticos jóvenes o para viejas glorias. Otra ha sido la Conferencia de Presidentes de Zapatero, una idea de carácter dispositivo del presidente del gobierno, aun sin regular y sin consecuencias formales más allá de compromisos políticos. Dos interesantes ideas, sí, pero insuficientes desde el nivel de interrelación horizontal del Estado.

La idea del presidente extremeño sorprende por lo poco habitual y por lo sugerente y útil. Se atisba en la idea un cierto aire alemán y una lectura a D. Eliseo Aja. Tomemos nota.

PD: La foto del Senado ilustra muy bien su papel de segundón poco útil: En negro, personal de la cámara. El resto son políticos: La de amarillo es la ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado. El de rojo es un senador socialista. El de amarillo es un señador de CC. El de verde es un vicepresidente de la Mesa. Para eso ya tenemos el Congreso,¿no?

3 de noviembre de 2007

Efindex ya está aquí.

Las segundas jornadas sobre la blogosfera vuelven a visitarnos, o, mejor dicho, yo vuelvo a visitarlas en el magnífico marco que supone el complejo cultural San Francisco de Cáceres. Multitud de bloggers, desde el centro a la izquierda (porque a veces por aquí se ve un rojerío que a más de uno le asustaría), como dijo ayer Espinar, estamos aquí entretenidos hablando sobre multitul de temas de relevancia para el futuro. Porque, como decía ayer Guillermo Fernández Vara, y como demostró empíricamente Aravosis, los blogs y su influencia sobre la sociedad son algo imprescindible para entender del futuro.

Mucha gente, mucho presupuesto, muchas prestaciones, mucho debate... Enriquecedor, un año más. Y encima, en buenas compañías.