Creo que en este caso es mucho mejor para todos los españoles que Rajoy se dedique a engañarnos o a intentarlo. Y creo, además, que eso es lo que hace, porque su idea es, además de insultantemente populista, es incoherente con el modo de vida popular. El Estado del bienestar actual requiere de unos ingresos recaudados de forma igualitaria y proporcional, es decir, un sistema fiscal en el que TODOS pagan pero con arreglo a lo que ganan. Ese es el sistema ideado para sufragar todos los gastos en materia social, infraestructural y funcional de nuestro estado. Pero, normalmente, y como se pudo comprobar en los ocho años de Aznar, las propuestas del PP tienden a reducir los impuestos directos (aquellos que pagamos a Hacienda o a cualquier administración tributaria de forma obvia y obligada) y a aumentar los indirectos (aquellos que pagamos al consumir cualquier producto), para así levantar la falacia de que los impuestos bajan, se reactiva el sistema económico y la gente llega mejor a fin de mes. Al final, el sistema tiene que financiarse si se quiere mantener, y esa es la vía del PP, tan legítima como cualquiera pero igualmente populista.
Pero esta nueva reforma que plantea rompe con la idea misma del Estado del Bienestar en que todos las personas con capacidad fiscal y con capacidad para consumir contibuyen con el mantenimiento de los servicios públicos y de los mínimos comunes que garantizan la igualdad de los ciudadanos. Rompe con la idea porque el IRPF desaparece para un cierto sector de la sociedad que, aun ganando dinero, el PP considera electoralmente que no deben pagar. Electoralista, desde luego, y poco recomendable para un estado con cotas de bienestar como el nuestro.
Extremadura sería, al contrario que lo que dice el PP, una de las más perjudicadas con tal reforma fiscal porque, aunque muchos extremeños dejasen de pagar el IRPF, Extremadura no recibiría la misma cantidad de recursos financieros como consecuencia de la cesión de este impuesto, porque lo que la res publica resultará debilitada y los servicios sociales caerán en calidad e incluso cantidad... Por lo que quizá no se pague IRPF, pero, como bien dicen por ahí, se tengan que pagar Sanidad, pagarán más por ciertos servicios públicos como el transporte urbano y quizá veamos a nuestro alrededor como las nuevas autovías son de peaje. Ah! Y, por supuesto, más por tabaco, gasolina, alcohol, ropa, etc...
Ser realmente favorables a la bajada de impuestos directos de forma real es desmontar nuestro estado del bienestar, algo que, bajo mi condición de socialdemócrata, es imposible e inaceptable. Pero sé que no lo harán, puesto que, a pesar de todo, la mayoría de la cúpula del PP vive, directa o indirectamente, del Estado. Ser coherentes con esa idea sería que fuesen profesionales liberales, como mi madre (socialdemócrata también).
Espero que esta reforma no cale y la gente entienda la trampa. Yo creo que es gravísima para nuestra salud como electores.