Mañana es Martes. O mejor dicho, el Supermartes, el día más relevante en lo que a la nominación, de facto, de candidatos en los dos grandes partidos de EEUU. El sistema de elección de caucus es bastante interesante y democrático, ya que "destapa" esa oscura relación entre candidato y electores, ya que sale elegido el candidato que más conecta o que más convence, haciendo público el plebiscito, al contrario que en los partidos europeos. En estos la designación de candidatos se realiza según otro tipo de mecanismos internos, y las preferencias de los posibles votantes sobre los mejores candidatos se ven reflejadas en custodiadísimas encuestas. En cuestiones de democracia interna, siempre he considerado que la eliminación sistemática de los procesos de primarias (ahora resucitados en cierto modo gracias a IU) ha sido un fulminante retroceso, al privar a la militancia de base de una opinión en condición de igualdad.
En general, la democracia estadounidense siempre me ha fascinado. Fueron ellos los que crearon el modelo federal, los que materializaron aquello de la división de poderes... Y los que han elegido a Bush como presidente de la Federación. Desde luego, es fascinante. Pero si algo me fascina es el régimen y el sistema específico de sus partidos (que no el sistema de partidos, que Sartori calificaría como bipartidista), ya que estamos viendo en estos días la fuerte democratización que en ellos se da. El hecho de ver a los candidatos a la nominación presidencial por los partidos democráta o republicanos es algo absolutamente alejado de nuestra tradición partidaria europea, más tendente a partidos organizados, estratificados y más basados en un sistema democrático de carácter representativo.
Mañana, por tanto, los demócratas deben elegir entre Obama o Clinton, algo revolucionario en todo caso. Un sistema proporcional dividirá los delegados de cada Estado entre los candidatos según los votos obtenidos de cara a la convención demócrata del próximo verano, que proclamará al candidato. Lo ajustado del resultado previsto vaticina que ninguno de los dos obtendrá el número de delegados necesario como para asegurarse la victoria, por lo que la diatriba ideológica continuará. Además, la incógnita de los apoyos de Edwards está presente, ya que si bien apoya a Barack Obama, es posible que sus electores ahora se hallen divididos.
En el lado republicano todo parece más simple, a pesar de ser 3 los candidatos, ya que el sistema de reparto de delegados es mayoritario. La retirada de Giuliani deja alas a McCain y a Huckabee, los dos candidatos más potentes en el bando republicano, que se enfrenta a los graves problemas de la administración Bush.
Personalmente, y desde el desconocimiento de la distancia, me quedo con Hillary, por una razón muy sencilla: Creo que está más capacitada para ganar que Obama en un país en que la mitad de la población sigue teniendo prejuicios de carácter racista y xenófobo. Porque la verdad es que EEUU necesita un cambio.