23 de septiembre de 2007

La Vigencia de los Recuerdos V: Tenía Razón.

Pasábamos muchas horas con ella entre las diferentes aulas que nos vieron crecer y aquellas cuatro paredes que constituían el seminario (otrora glorioso seminario de clásicas) de Latín. Era, a pesar de nuestro cercano abandono de la adolescencia, una especie de alma mater que se preocupaba por nosotros tanto, tanto incluso que algunos no comprendíamos como ella, con la que pasábamos, in illo tempore, al menos 8 horas lectivas a la semana, que nos llevaba una o dos veces al año a sitios mejores que este, no era nuestra tutora, la tutora de ese selecto y reducido grupo que, de toda la promoción de bachilleres, estudiábamos griego y latín.

Grosso Modo, ella es una profesora de clásicas en plenitud de su vida, ni joven ni mayor, con solera y clase suficiente como para permitirse ser y parecer lo que quiera. Yo intuyo, por algunas conversaciones y algunos comentarios inter nos (excepciones siempre a su más que decente forma de enseñar, además de lenguas muertas, historias, formas de pensar y hechos de un pasado que pintan tan bonito), que era conservadora. De derechas, vamos.

El día que descubrió que su joven alumno, aquel con el que a veces chapurreaba unas pocas frases en latín, aquel que traducía a César, leía la Ilíada y aplicaba latinismos aprendidos en la primera redacción que se le pasaba por delante, estaba metido en cuestiones políticas, hizo un comentario peculiar, con el timbre, la intensidad y la entonación de quien sabe lo que dice: "¿Político? Eres demasiado puro para eso. Yo te veo más como un catedrático..." Y siguió con Salustio.

Entonces no lo entendí. Pero ahora, cada vez que me acuerdo de ella, pienso que Luisa tenía, ab ovo usque ad mala, mucha razón. Dixi.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es posible que sea difícil llegar lejos -en el sentido convencional de llegar lejos, claro- en política siendo "puro" (entiéndase en el mismo sentido que está en la entrada). Sin embargo es posible ser honesto y político, y me parece de una desconfianza muy perniciosa para nuestro sistema político (el menos malo, está sentado) no ya los comentarios de ese tipo sino la idea sorda que está debajo, y es pensar en los políticos como mal menor que hay que soportar no sabemos bien por qué.