Quiero comenzar una serie de posts para abordar la renovación del tercio "senatorial" de nuestro Tribunal Constitucional, tomando como referencia las diferentes actitudes de los partidos en liza y otros factores. Voy a tomar el análisis desde, al menos, dos puntos de vista: Desde la teoría de juegos y desde una perspectiva filosófico-jurídica (por así decirlo, aunque me da que se queda grande el término).
No quiero centrar demasiado post en definir la
Teoría de juegos, ya que no sabría hacerlo como debiera y me ocuparía demasiado espacio. Sólo decir que se trata de un modelo analítico que permite ver, en forma de juego, los comportamientos de diferentes actores en torno a un acontecimiento completo. Cabe decir que, en este caso, sólo voy a abordar el juego teniendo en cuenta dos actores (PP y PSOE), con diferentes patrones de comportamiento que, por lo que está haciendo el PP, deduzco prácticamente opuestos. Gracias al libro de Colomer que cito en el anterior post ha sido posible que yo lo pueda hacer.
Partamos del comienzo de la cuestión: Las direcciones de ambos partidos deciden, tras impulsar las diferentes renovaciones de órganos constitucionales, hacer lo propio con el CGPJ, cooperando para un fin común, y proceder a la renovación de los magistrados propuestos por el Senado. Son, por tanto, 4 nuevos magistrados a nombrar conforme lo recogido en el Título IX de la CE, haciendo falta consenso entre ambos partidos para lograr la mayoría cualificada que se exige en la Cámara Alta. Podemos, con esos datos, ubicar un punto de equilibrio en el reparto de dos magistrados propuestos por cada grupo, de carácter más o menos independiente y más o menos neutral. Obviamos añadir que, dada la actitud del PP, lo de la remisión de nombres desde las Asambleas Legislativas de las CCAA al Senado se torna, en estos momentos, irrelevante.
Podríamos proponer una actitud más o menos equilibrada también, pero que, visto lo visto, no funciona: Que ambos pusieran dos magistrados de su cuerda cada uno y tan frescos. Pero el PSOE no está dispuesto a aceptarlo, habida cuenta de los candidatos que está poniendo, poco sospechosos hasta el momento (Luís Martín Rebollo o Ángel Juanes, independientemente de sus ideas, no han demostrado, de aquí hacia atrás, simpatías por el PSOE de tal modo que nos haga decir que son de su cuerda, es decir, manejables). Tampoco quiere que no se renueve el Tribunal, ya que considera que ese atasco le restará apoyos (electorales y no) y mostrará una debilidad gubernamental.
La mejor forma de abordar la cuestión será proponer situaciones de interacción entre ambos, ateniéndonos a la información de que disponemos, y organizarlas de la más deseada a la menos deseada, numerándola de 4 (más) a 1 (menos) para cada uno de ellos. Vuelvo a repetir: La ordenación la voy a realizar según la interpretación que yo hago de los movimientos del PP, especialmente, y del PSOE. El interés del PP parece que no es el de renovarlo a toda cosa, ya que, en cierto modo, siente que este plenario le viene más o menos bien y, en todo caso, prefiere obstaculizar esta legislatura de forma más sutil que en la pasada VIII.
Observemos al PP: La posibilidad más deseada sería la hipotética situación en que el PP propone dos magistrados ultras, el PSOE se los traga proponiendo dos neutrales (4). La siguiente es no renovar el Tribunal, donde ya tiene suficiente baza, con lo que el PSOE tendría que aguantarse (3). La siguiente sería la de acordar los "dos neutrales" con el PSOE, que pondría otros dos iguales(2). Por supuesto, la última opción sería la de tragarse dos rojos separatistas proponiendo dos neutrales (1).
Miremos ahora al PSOE: Lo mejor sería, en términos absolutos, que el PP se tragara dos progres (fiscales o catedráticos, a ser posible) proponiendo éste dos neutros (
4). Lo siguiente sería acordar la renovación colocando a 4 magistrados más o menos imparciales (
3). Otra opción, peor, sería no renovar el TC (
2). Por último, la peor sería tragarse dos ultras del PP y poner dos neutrales (
1).
Todas las situaciones, como vemos, se reproducen en ambos partidos, por lo que podemos confrontarlas en una matriz. Antes, cabe aclarar que consideramos que el comportamiento que conlleva poner dos magistrados "neutrales" supone cooperar (opciones 2 y 1 PP, opciones 3 y 1, PSOE), que simbolizamos con una C en la matriz, siendo lo contrario ejemplos de egoísmo, que señalamos con la E. Ambos son dos opciones de comportamiento que pueden llegar a cabo ambos partidos en la negociación. Veamos el resultado:
Dadas las cifras obtenidas en las casillas superior izquierda e inferior derecha, cooperar uno de los dos y el otro actuar egoístamente supondría una tomadura de pelo para uno de ellos, algo prácticamente imposible dada la paralización del proceso que ello conllevaría, en cierto modo buscada por el PP: El PP jamás aceptaría dos magistrados rojos al llegar al pleno del Senado y el PSOE no aceptaría dos candidatos ultras. Unas diferencias de -3 que hacen casi imposible que, sin hacer el primo, ningún partido la acepte en su contra.
Las otras dos opciones, suponen la directa negativa del PP en el asunto (lo que sucede en la casilla inferior izquierda, cosa que no ha ocurrido) o la negociación de los cuatro candidatos poniendo nombres neutrales en la lista de salida de la Comisión de Nombramientos de la Cámara (casilla superior derecha). Ambas opciones son las más equilibradas en la teoría, ya que los valores de los dos partidos tienen una diferencia de -1.
Pero hay que tener en cuenta una cuestión: ¿Cuál es el patrón de comportamiento (esto es, C o E) que conduce a cada partido a sus mejores resultados? En el caso del PP, 4 es E y 3 es E. En el caso del PSOE,
4 es E y
3 es C. El PP tiene un patrón de comportamiento regular que le da la victoria: El Egoísmo. Por lo que, al tener que elegir entre los dos semiequilibros que nos posibilitan las casillas inferior izquierda y superior derecha, el PP se plantará, a ser posible con una buena excusa.
Podríamos decir que el resultado de la matriz es consecuencia de mi elección de situaciones y valores de cada partido. Efectivamente. Por ello voy a exponer el porqué de mis puntuaciones a las situaciones y los consiguientes patrones de comportamiento habida cuenta de los nombramientos realizados hasta hoy: Las dos primeras son las más deseables para los dos, si bien prácticamente imposibles, al igual que las dos últimas. Por ser opuestras (como se ve en la matriz), ambos partidos bloquearían la renovación. El PP prefiere no bloquear el TC porque, antes que unos nuevos magistrados más neutrales que los que ahora, prefiere los que están. Por lo contrario el PSOE prefiere renovarlo con candidatos de consenso, ya que si se rompe la operación estará igual que antes, no mejor. Pero, en todo caso, prefiere seguir como está y esperar otra renovación más positiva a aguantar a ultras en el TC, de ahí que no renovarlo no sea su última opción.
Esta es la teoría. ¿Y la práctica? A mi juicio, se confirma la ordenación de las preferencias de la teoría, así como el resultado de la matriz:
Si el PP le mete a López y Hernando en el TC, por mucho que el PSOE ahora, hechos los nombramientos de las Asambleas de las CCAA, drible en lo que pueda,
habrá conseguido su mejor opción. Dado que el PSOE no ha propuesto ultras, pierde siquiera la posibilidad de ganar por goleada al PP. Dado que no pueden conseguir
la unanimidad de los cuatro magistrados con los presentes candidatos, la casilla superior derecha puede ser
descontada. El PSOE ni siquiera podría recurrir a meter dos rojazos en contrapartida, ya que las propuestas han sido muy lights por ahora (la opción no planteada que eliminamos en un principio). En conclusión: El PP ha conseguido su objetivo secundario:
Abortar la operación de renovación, conscientemente y sin el menor reparo.