4 de septiembre de 2006

He vuelto...




Volver a la realidad no es siempre un remanso de paz y rutina,aunque muchos lo deseamos en agún momento. No en mi vida, está claro.

Ya he vuelto a casa, y ahora me tocan unos días con el COEX, y, posteriormente, un curso de Música Antigua(de esos que a mí me gustan tanto) en Cáceres.

Y ahora ,para volver a mis habituales andadas y rayadas mentales, os dejo un manifiesto con el que me siento identificado en buena parte(aún teniendo en cuenta que no soy un raver al 100%, y que tengo más intereses además de la música cañera y de salir a quemar la ciudad):

Nuestro estado emocional: Éxtasis
Nuestro alimento: Amor
Nuestra adicción: Tecnología
Nuestra religión: Música
Nuestro dinero: Conocimiento
Nuestra sociedad: Es la utopía . . . aun cuando sabemos que no existirá.

Pueden odiarnos o mal entendernos, pueden ser indiferentes a nuestra existencia. Sólo esperamos que no se nos juzgue pues nosotros nunca les juzgaremos. No somos criminales. No somos drogadictos. No estamos desilusionados. No somos niños ingenuos.

Somos una entidad masiva, una aldea tribal, global, que supera cualquier ley establecida por el hombre, así como la geografía y el tiempo sí mismo. Somos masivos. Somos Uno solo. Estamos formados del sonido mismo. del golpe lejano, estrenduoso y distorsionado por el viento que es como el latir del corazón materno que da calma en el vientre, este de concreto, de acero y cableado. Y allí, en su lecho cálido y húmedo, en la completa oscuridad, aceptamos que somos todos iguales. No solamente ante la oscuridad, y ante nosotros mismos, sino ante la música que se cierra de golpe en nosotros y que atraviesa nuestras almas: todos somos iguales.

Y en algun lugar entre los 35Hz logramos sentir la mano de algún Dios a nuestras espaldas, alentándonos, empujándonos a consolidar nuestras mentes, nuestros cuerpos, y nuestros espíritus. Guiándonos a voltear para juntar las manos con nuestros hermanos y elevarlas, compartiendo la alegría incontrolable que sentimos al crear esta burbuja mágica que puede... al menos por una noche, protegernos de los horrores, los atrocidades y la contaminación del mundo exterior. Y es en este mismísimo instante que cada uno de nosotros nace en verdad.

Nos congregamos en almacenes o edificios abandonados que la sociedad ha desechado y les damos vida por solo una noche. La llenamos con un palpitar vibrante, fuerte y lleno de vida en su forma más pura y más intensa, y en estos espacios intentamos liberar la incertidumbre hacia el futuro que no han podido estabilizar y asegurar para el resto de nosotros. Intentamos hacer a un lado las inhibiciones, liberarnos de los tabúes y las trabas puestas por los demás para acallar su conciencia y encontrar en ello paz.

Intentamos sobrescribir la programación establecida, con la cual han intentado adoctrinarnos desde el momento mismo en que nacimos. La programación que nos enseñó a odiar, que nos enseña a juzgar, que dice que hay que retroceder y esconderse en el agujero más cercano y más conveniente. Esa programación que inclusive nos dice como subir escaleras, saltar a través de aros, correr en laberintos y andar como el hámster sobre la rueda. La programación que nos da de comer en la cuchara de brillante plata con la que intentan alimentarnos en vez de hacerlo con nuestras propias manos. La programación que nos hace cerrar nuestras mentes, en vez de abrirlas por completo.

Hasta que el sol se levante ante nuestros ojos, revelando la realidad del mundo que han creado, bailamos ferozmente con nuestros hermanos y hermanas celebrando nuestra vida, nuestra cultura, y los valores en los que creemos Paz, Amor, Libertad, Tolerancia, Unidad, Armonía, Expresión, Responsabilidad y Respeto.

Nuestro enemigo es la ignorancia. Nuestra arma la información.Nuestro crimen es que romper y desafiar cualquier ley que intente detener nuestra celebración de existencia. Así que sepan que tal vez puedan cerrar una fiesta en cualquier noche en alguna ciudad en cualquier país o continente de este hermoso planeta, más nunca podrán cerrar la celebración entera. Pues no tienen ese poder, no importa qué, la música nunca parará.

La voluntad y el latido de este corazón nunca se desmoronará.

La fiesta nunca terminará. Soy un raver, y éste es mi manifiesto.

Los que me conocéis seguro que captaréis algunas metáforas del manifiesto que puede aplicarse perfectamente a mi vida real...Algún día lo analizaré más pormenorizadamente y veréis como, a pesar de todo, un raver cualquiera y yo somos bastante más parecidos de lo que se ve a simple vista.

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