7 de marzo de 2006

El golpe de mano español de Benedicto XVI

La historia reciente de la Conferencia Episcopal Española no deja indiferente a casi nadie, ya que día y noche se suceden acontecimientos fácilmente extrapolables a la política conservadora de la derecha española, y, a la vez, bien se puede considerar como uno de los brazos fuertes de la política exterior vaticana.

Cabe recordar que el poder conservador se asentó en el Vaticano con la elección de Joseph Razinger como sumo pontífice el 19 de Abril de 2005, bajo el nombre de Benedicto XVI. Razinger, una de las personas más importantes del gobierno vaticano de Juan Pablo II, y uno de los inductores del acercamiento del papado al Opus Dei, es un puntilloso seguidor de las doctrinas conservadoras de Juan Pablo II, destinadas a enterrar la obra del famosísimo Concilio Vaticano II. Este proceso de continuar con la obra de Juan Pablo II, además de otras bazas como su personalidad estricta y disciplinada, fue el principal contrato no escrito que podía llevarlo al papado.

Pues bien, esta ascensión a la magistratura máxima de la Iglesia Católica se saldó en España con la no-elección del Cardenal Rouco Varela como Presidente de la CEE, hecho que sorprendió a muchos, ya que Rouco es un fiel seguidor de la doctrina conservadora de la iglesia, y máximo exponente de la religiosidad española durante los años de gobierno popular. Así, la elección se saldó con la elección de J. María Blázquez como presidente de la CEE, un hombre algo más joven, y de talante más liberal(aunque ya sabemos cómo es un liberal de la iglesia, claro está) que los anteriores, obispo de Bilbao. Este hecho fue, como se puede interpretar a través de los giros que desde entonces ha dado la política vaticana, un intento de lavado de cara destinado a no encuadrar a la presidencia de la CEE con la política del PP en el gobierno y un soplo de aire fresco a la sociedad española, rebajando el nivel de crítica y moderando los discursos de la CEE.

Sin embargo, hemos podido ver cómo la CEE se ha manifestado en varias ocasiones a favor de las tesis actuales del PP. ¿Sorprendente?No. La CEE, sabedora de que con el cambio de gobierno iba a perder poder y relevancia en el conjunto del Estado, y a pesar de ese intento de lavado de cara que pudiera limar asperezas con el gobierno socialista, no ha sido capaz(por la fuerza del movimiento conservador entre el episcopado) de liderar un movimiento moderador y calmo ante las "agresiones" que las iniciativas de matrimonio homosexual, aceleración del divorcio, y otras tantas les provocaban, tal y como así lo dijeron gran parte de las cabezas de muchas diócesis españolas. Hemos vivido en estos dos años una significativa vuelta a la cruzada por parte de la institución, liderada por Rouco y Cañizares, materializada en la voz del Secretario/Portavoz de la CEE, y apoyada desde los círculos de la ciudad vaticana. Es la nueva cruzada antilaicista, que ha unido de nuevo a la derecha más rancia y tradicionalista española, al PP y a los curas... Tal y como ha ocurrido en el pasado reciente de nuestro país.

José María Aznar y señora van y vienen por el Vaticano como si de inquilinos de honor se tratase, mientras que el actual presidente y su ministro de Exteriores(muy criticable, cabe decirlo, a pesar de mi posición) se ven casi obligados a mendigar una visita ya no con la máxima autoridad, sino con Sodano, uno de los "ministros" de la Santa Sede. Y es que al Papa no le gusta la política de Zapatero. No le gusta la extensión de derechos, no le gusta el patriotismo social. Reconozcámoslo: La iglesia quiere seguir manteniendo su posición en nuestro país, católico por tradición, obligación y creyente en su imaginario colectivo. Y por si esto fuera poco, a Benedicto se le escapa la CEE, presidida por un obispo vasco(condición que levanta ampollas entre muchos obispos y entre la derecha española) y de talante más liberal. ¿Cómo arreglar el problema?

Rouco sigue beligerante desde un puesto menor. Cañizares. Esa era la respuesta. En su último nuevo nombramiento de cardenales,Benedicto XVI lo tuvo claro: el nuevo cardenal español sería Cañizares, arzobispo primado de Toledo(diócesis poderosa y conservadora desde tiempos inmemoriales) y panacea del viraje "liberal" de la Conferencia, puesto que al adquirir el rango cardenalicio, ha adquirido de rebote el puesto de vicepresidente de la CEE. Un asalto al poder de los conservadores en toda regla. Un poder que, lejos de moderar las ondas de radio y los enfrentamientos con el gobierno, hará efectivas las tesis de Benedicto XVI.

Ya podemos verlo en una de sus últimas declaraciones a La Razón:

El arzobispo de Toledo considera que se está propiciando un "proceso con ingredientes nihilistas, neomarxistas, laicistas y relativistas" convergente hacia un "cambio total y subvertidor de lo que están siendo históricamente las bases de nuestra sociedad". Para Cañizares, la Ley de Educación es la culminación de la Logse, que "más allá del fracaso escolar de conocimientos, no ha sido capaz de educar". La nueva norma, indica el cardenal en la entrevista, contiene unas concepciones antropológicas y educativas "alicortas e insuficientes" y refleja un proyecto cultural de escuela "laica y neutra, dirigida por el Estado", al servicio de una "revolución cultural" con la que no puede estar de acuerdo.

Cañizares subraya que su nombramiento como cardenal es "un apoyo a la Conferencia Episcopal Española" y que se ha sentido "confortado y confirmado". "Parece que no camino en vano", agrega. Asimismo recalca que se siente "muy unido" al Papa Benedicto XVI y considera el resto de nombramientos para el próximo consistorio cardenalicio espléndido en su conjunto y cada uno.

Estén próximamente atentos a sus homolías preferidas, incluídas las radiofónicas...

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